Hace algunos días atrás me encontré con un artículo que titulaba provocadoramente: “De Sobrevivir a prosperar: reinventar el regreso posterior al Covid-19”.
Este artículo que me hizo mucho sentido, publicado por la muy respetada y admirada consultora Mckinsey, obviamente hacía referencia a la gran obra Good to Great de Jim Collins.
La investigación, guiada por Collins con la Universidad de Stanford, duró 5 años y estudió el caso de 28 compañías de clase mundial que durante 15 años lograron sostener 6.9 veces la rentabilidad promedio de sus acciones por sobre el de las empresas de la industria en que participaban.
¡¡¡Nada mal!!!
Estas empresas, en palabras de Collins, lograron pasar la difícil barrera de ser buenas para transformarse en sobresalientes. Profundicemos un poco en estas materias.
Me llamó la atención lo bien logrado del título del artículo, ya que tiene plena vigencia en el actual escenario empresarial global y por supuesto de nuestra América Latina, donde se requiere con tanta fuerza impulsar e implementar miradas generativas para construir una nueva realidad.
El artículo recoge algunos principios clave de administración y liderazgo que ayudan a las empresas a obtener resultados sobresalientes -definidos por Collins como una serie de indicadores financieros- de manera permanente.
Al respecto, pienso que a partir de esas 2 grandes obras de Collins Empresas que perduran y Empresas que sobresalen que se hacen cargo de la investigación, permiten que cualquier Organización puede mejorar sustancialmente su desempeño si adhiere a ciertos principios.
En este sentido, rescato algunos que me parecen críticos considerando el actual escenario:
- ¿En qué podemos ser los mejores?
- ¿Qué empuja nuestro motor económico?
- ¿Qué nos apasiona profundamente?
En esta época tan particular de la humanidad, estas interrogantes las podemos considerar como una invitación a levantar tres preguntas en la próxima reunión de gerencia. ¡Todo un desafío!
En materia de liderazgo, se establece que existen 5 niveles de ejecución, siendo 5 el más significativo y predominante en las empresas sobresalientes y el que más se aleja fuertemente de las concepciones habituales del liderazgo y en particular de las caracterizaciones que habitualmente se hacen respecto de las personas que ocupan posiciones directivas.
Entre estas –siendo no necesariamente el concepto utilizado por Collins – se puede inferir un fuerte engagement de los líderes superiores, los que priorizan su compromiso con la Organización por sobre sus ambiciones personales. Asimismo, son capaces de impregnar a sus equipos de un fuerte sentido de identidad basado en lo que él llama el núcleo, que no es otra cosa que el mapa de cultura, conformado por los principios, creencias y valores que hacen única a esa empresa y que en definitiva es lo que tiende a permanecer inmutable en un mundo de constantes y profundas transformaciones.
Este tipo de liderazgo se caracteriza a su vez por una fuerte dosis de humildad, en que los logros, triunfos y resultados alcanzados son atribuidos al equipo. Es decir, el líder actúa como un gran facilitador de resultados promoviendo la acción colectiva dentro del modelo de gestión y mapa de cultura particular de la empresa que lidera.
Contar con esa claridad organizacional, permite que las personas asuman como propios no solo los desafíos de sus cargos, sino que los entiendan dentro de un contexto mayor como es la empresa en su conjunto -con sus principios y valores- y que les permiten actuar en consecuencia, pues saben lo que deben hacer y los resultados esperados de su gestión. Esto es empowerment.
Bien, aquí es donde aparece un elemento crucial bajo esta mirada que es la palabra disciplina. Para alcanzar esos resultados extraordinarios, se requiere contar con pensamiento, personas y acciones disciplinadas que faciliten un adecuado proceso permanente de rendición de cuentas, buscando la generación de medidas correctivas como parte de sus propios procesos de mejora continua. Esto es accountability.
¿Cuál es la propuesta entonces?
Hoy, en un escenario global volátil, incierto, complejo y ambiguo como probablemente nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad, muchas empresas se están planteando el desafío de sobrevivir para poder prosperar y producir verdadera grandeza y para esto es necesario que sus líderes primero:
Comiencen por responder estas 3 interrogantes planteadas:
- ¿En qué podemos ser los mejores?
- ¿Qué empuja nuestro motor económico?
- ¿Qué nos apasiona profundamente?
Segundo, liderar los procesos de transformación cultural que sus organizaciones requieren en este nuevo escenario generando engagement, empowerment y accountability a todo nivel de la estructura organizacional.
En una tormenta perfecta, como la que estamos todos viviendo ahora, liderar un proceso de transformación organizacional puede ser un desafío que no todos estén dispuestos a iniciar pero, por lo mismo, es un reto que solo algunos tendrán la valentía y el coraje de emprender.
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